Reencuentro con el mar de Vigo, así es como ha llamado la Autoridad Portuaria a las actuaciones que han hecho posible que el Puerto de Vigo vuelva a ser de todos los vigueses. Con esto quiero decir que algo que algo me sorprendió mucho de esta ciudad, a la que han denominado en llamar “Puerta del Atlántico” (qué bien suena…), desde hace 15 años que vivo en ella, es que apenas era posible pasear por su puerto, cada vez más vetado a los ciudadanos, cada vez más vallas, más muros, y más limitaciones de acceso.
Teníamos un puerto estrictamente laboral, sin caer en la cuenta de que el puerto a una ciudad es mucho más que un lugar de trabajo.
No pongo en duda que económicamente su papel en la ciudad es indiscutible, necesario para el progreso económico de la misma. Pero no es menos cierto que el puerto constituye una parte importante de la esencia humana y cultural de esta ciudad.
El puerto de Vigo ha sido, es y será la puerta de entrada, y de salida, de muchas esperanzas, negocios, sueños, corrientes culturales… y no se puede separar lo económico de los humano, tal y como han estado haciendo los políticos que han estado al mando del puerto durante muchos años. Habían convertido “nuestro puerto”, porque no olvidemos que es un lugar público, esto es, de todos, en un espacio únicamente de negocio, vetando cada vez más a la ciudadanía su uso y disfrute. Porque sí, porque un puerto se usa pero también se disfruta.
Se disfruta pudiendo pasear por sus dársenas cuidadas y acondicionadas para ello. Se disfruta pudiendo tomar un café mirando la Ría desde la Estación Marítima , testigo mudo del importante movimiento migratorio de la Galicia de los años 40, 50, 60… cuántas esperazas rumbo a América fueron despedidas desde esa terraza… No podemos dar la espalda, meter en el cajón del olvido, nuestra historia. Se hace necesario poder recorrer estos escenarios, tener acceso a ellos, para entender la Galicia que somos ahora, reencontrarnos con nuestras raíces, era necesario ese reencuentro con el mar.
Se disfruta caminando por sus espacios diáfanos de vallas y barreras innecesarias, mirando y conociendo lo que se escondía detrás de ellas. El espacio… que aligera edificios, las grandes moles graníticas que nos vendieron bajo el eslogan de “abrir Vigo al mar” (también suena estupendamente…).
Se disfruta viendo llegar los pesqueros al atardecer, observarlos cómo atracan y comienza la incesante descarga de sardinas, jureles, merluzas, pulpos, rapes, rapantes…se disfruta y se aprende. Se aprende a conocer qué especies viven en estas aguas.
Se disfruta teniendo distancias suficientes para poder hacer ejercicio junto al mar dentro de la ciudad, unos caminando, otros corriendo, o en bici… cada cual a su manera, porque cada uno disfruta el mar de una forma diferente.
Me siento satisfecha del resultado que veo cuando bajo a Vigo y visito el puerto. Me gusta ver a la gente de mi ciudad disfrutando de ese espacio que ha vuelto a ser de todos.
Desde aquí, sirva este post como homenaje y reconocimiento a quienes lo han hecho posible.